Para ti

Hay quien decía que hubiera preferido que dialogásemos para aclarar las cosas, en vez de que te bloqueara sin más. Pero no puedo arreglar nada, porque el problema es el pasado. Y el pasado no lo podemos cambiar.

Concretamente me lo dijo ayer una persona a la que apreciaba, y que ahora me has arrebatado también. Como tantas otras cosas que me has quitado. ¿Pero qué diálogo puedo yo tener con una persona que ha demostrado ser una cobarde todos estos años? Cobarde consigo misma. Solo tú sabes la cantidad de mentiras que te has dicho a ti misma y has decidido creerte todos estos años. Y, por supuesto, si te engañas a ti misma, más de lo mismo con los demás. Como valoro las palabras, elegí creer siempre lo que decías, y no lo que hacías. Pero la realidad siempre estuvo ahí. Durante tantos años me trataste como auténtica basura, como un juguete, como un capricho.

Un día escribí:

«Me gustaría poder decir que me trataste como a un perro sarnoso.

Pero a un perro sarnoso estoy seguro de que lo habrías acogido, llevado al veterinario y dado cuidados.

Tal vez sería mejor analogía decir que me has tratado siempre como a esa rata a la que envenenaste y luego lloraste al verla moribunda.»

Y es que me respeta muchísimo más el bully de mi trabajo de lo que tú me respetaste durante todos estos años. Al menos él demuestra abiertamente a todo el mundo que no me soporta.

Desde hace muchos años no me soportabas. Mi personalidad, mi forma de ser. La odiabas. Te enervaba y te sacaba de quicio. Muchas cosas que afirmabas que eran parte de tu forma de ser, en realidad eran algo contra mí. Tantas y tantas cosas que no hacías porque no te gustaban, pero la realidad era que no te gustaban conmigo, no con el resto. Quien no te gustaba era yo. Lo has estado demostrando una y otra vez, y lo sigues demostrando ahora. Por eso decidí bloquearte. Cuando me enteré de la enésima muestra de tu desprecio hacia mí durante tantos años, de tus mentiras y tu cobardía, dije ‘hasta aquí hemos llegado». Me rendí. Dejé de intentar obsesionarme con respetar tu recuerdo y recordarte de forma bonita. Y entonces es cuando empezó a salir la mierda. A raudales. A borbotones. Toneladas y toneladas.

Te prometí que nunca iba a hacerte lo que me hicieron a mí. Pero tengo que romper mi promesa. Porque es lo que mereces, igual que lo merecí yo en su día.

Me rompiste. Me rompiste de tantas formas diferentes durante tanto tiempo, que no me di cuenta de hasta dónde me habías herido. De lo profundo de los daños. Y sigo encontrando más y más cosas que has roto, y no puedo empezar a arreglar nada. No sé por dónde empezar. Es como si hubiera estado viviendo en una casa y te hubieras dedicado a romper y estropear cosas con los años, a veces poco a poco, a veces a mazazos, y yo no me hubiera dado cuenta hasta ahora, que me he puesto a mirar detrás de las puertas, detrás de las cortinas, tras los muebles. Y todo está roto. Muy roto.

Después de todo esto, solamente tengo dudas. Dudo de todo lo que fuimos. De todo lo que me dijiste. Dudo de si me fuiste fiel todos esos años. Ya no creo nada de lo que decían tus palabras. Y eso me permite encontrar posibles explicaciones a muchas cosas que en aquel entonces no podía entender. Me mantuviste ahí todos esos años por lo cómodo que era tener un perrito faldero. Alguien que perdía el culo por ti en cuanto movías un dedo. Te lo di todo. Te di todo lo que tenía para dar. Fui con todo. En cambio tú… Tras el primer año, nunca más volviste a mojarte. Nunca más volviste a arriesgarte.

Y la suerte es que borré todas tus conversaciones, tus recuerdos. Porque, si no, tendría miles y miles de pruebas de todo esto.

Lo peor de todo esto es que yo dejé que ocurriera. Yo elegí darte todo. Yo elegí agachar la cabeza una, y otra, y otra vez. Nunca debí dejar que pasara. Desde la primera humillación pública cuando me abofeteabas, desde ese primer momento en que me hiciste sentir pequeño, insignificante, humillado. Hasta el Leyendas. Nunca voy a olvidar aquello. «No me jodas el Leyendas». Muchas personas han leído esa conversación, y nadie ha sido capaz de encontrar una lejana justificación para aquello. Esa herida va a seguir abierta y supurante mucho, muchísimo tiempo. La semana del Leyendas sigue siendo la peor del año. Año tras año desde entonces. Su simple mención me revuelve todas las entrañas. Ese día debí buscarte y, allí donde te encontrara, gritarte de todo a la cara. Y mandarte a la mierda para siempre. No pocos me lo dijeron. Aquello fue la mayor humillación de mi vida. Pero, de nuevo, yo elegí agachar la cabeza. Y aceptar tus mierdas de disculpas, como siempre. Y así siempre. Como cuando decidí ignorar lo que todos me decían cuando me contaban lo horrible que trataste a Kevin. Cuando me contaban que te burlabas y reías de mí mientras estabas con él. Sí, lo sabía todo, y decidí ignorarlo también.

Así es que siento que he desperdiciado los que deberían haber sido los mejores años de mi vida contigo. Por haber elegido estar contigo, agachar la cabeza, darte todos tus caprichos. He malgastado la única juventud que tengo en la vida.

Este año creía estar preparado para pasar la semana del Leyendas bien. Silencié las stories de la gente en común que iba al Leyendas. Pero lo último que esperaba es que tuvieras la absoluta falta de vergüenza de ir de colegueo con Valero (y encima haceros fotos y subirlas como si yo no fuese a verlas… Sabías de sobra que iba a ver la foto…).

Que sepas que Valero ya no es amigo mío. Espero que estés muy contenta. Estoy seguro de que sí.

Y podrás decirme que no, pero no te voy a creer. Porque ya no creo nada de lo que salga de tu boca. Asumir que mentías es la única forma de explicar cómo te sentías juzgada por mucha gente de mi entorno. Porque tú sabías que habías hecho cosas horribles. Y, muy probablemente, de muchas de ellas ni siquiera soy consciente. La única que te juzgaba eras tú. Y sólo tú sabes qué te atormentaba.

Y, pese a ello, de la mayoría de cosas que hiciste ni te diste cuenta. Un día dijiste «me estoy perdonando a mí misma». Y yo te digo: si fueses consciente de la mitad de las cosas que hiciste, te faltaría vida para perdonarte.

A mí me la falta. Me rompiste. Y me rompiste porque te quise. Me rompiste tanto… y te quise tanto… que nunca te voy a poder perdonar.

~ por joethedemon en 21 agosto, 2023.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.